Noticias Largometrajes
Michalis Konstantatos (All the little pretty horses): “Para afrontar esta crisis no necesitamos distancia, sino compañía”

La respuesta griega a Parásitos (Bong Joon-ho, 2019) En la estela del cine de Roman Polanski o Michael Haneke, Michalis Konstantatos urde en All The Pretty Little Horses un thriller familiar con el malestar de la burguesía griega como telón de fondo. La atmósfera, progresivamente enturbiada, crea una sensación de inquietud creciente. Y Konstantatos alterna los resortes del drama y del thriller para describir los entresijos de una lucha de clases.

¿Qué sensación te provoca leer que se refieren a tu película como la respuesta griega a Parásitos (Bong Joon-ho, 2019)?
Me gustaría comenzar diciendo que la etiqueta “respuesta griega” no es correcta, ya que mi película fue concebida antes que Parásitos. El hecho de que dos creadores de diferentes partes del mundo estén lidiando con un problema similar es muy interesante y dice mucho sobre los problemas comunes de nuestro tiempo.
Al ver la película de Bong Joon-ho tuve una sensación extraña. Entre ambas propuestas existe una coincidencia temática, pero los enfoques son completamente diferentes tanto en el tema como en el tono de la película, las elecciones del guion y, en última instancia, la postura moral. Así que, mientras la veía, Parásitos me parecía familiar y, al mismo tiempo, muy extraña.

¿Por qué has elegido un carrusel infantil de cuerda para dar título a la película?
La película lleva el nombre de una vieja canción de cuna tradicional estadounidense, All the Pretty Little Horses. El paisaje sonoro del filme es esencial para mí y su dramaturgia. Muy a menudo, cuando escribo, me atasco con sonidos o pistas específicas. Esto es lo que también me sucedió con All the Pretty Little Horses. Cuando escuché una de sus versiones antiguas (en concreto, de Odetta), mientras escribía el guion, inmediatamente, sentí que estaba oyendo a mis personajes. Inicialmente no fue tanto la letra como la sensación musical lo que me atrajo. Sonaba exactamente como lo que usaría en lugar de palabras para expresar el estado emocional de mis protagonistas en un momento dado de sus vidas.
Al mismo tiempo, me pareció interesante –y creo que no fue casualidad– que desde el principio del guion existiera esta idea de la canción de cuna que recorre toda la historia, adquiriendo cada vez un significado diferente, nuevo tanto para la historia como para los personajes principales. Una canción de cuna es una canción cuyo valor reside en su capacidad tranquilizadora, su capacidad para calmar y proporcionar una sensación de seguridad a través de una promesa, un elemento poderoso que tuve presente como idea desde el principio del guion. Mis protagonistas, en este confuso período de sus vidas, están tratando de aferrarse a sus propias promesas, con la esperanza de encontrar la fuerza y ​​la capacidad para cumplirlas. Una canción de cuna ofrece una promesa de paz e imágenes serenas. Pero, ¿será suficiente una promesa?

Tu ópera prima, Luton, también abordaba temas similares. ¿Cuánto alimenta tu arte tanto tu angustia personal como la común de tus compatriotas?
Tanto Luton, como All the Pretty Little Horses, fueron producto de mi necesidad de hablar sobre las cosas que experimento, sobre las que leo y las que suceden a mi alrededor. No solo a nivel nacional, sino también a nivel mundial.
Mi trabajo siempre está ligado al presente actual y a la realidad. Me interesan los personajes reales y las situaciones reales. Me interesan los seres humanos y hasta qué punto se dan cuenta de la forma en que viven y de las decisiones que toman. Cómo se enfrentan a ellas y cuán responsables son de enfrentar la verdad. Me interesa la violencia que escuchamos en la vida cotidiana, la violencia del silencio. Estoy muy interesado en centrarme en los detalles… en estas cosas muy pequeñas que a primera vista no son visibles, pero que son capaces no solo de moldear, sino a menudo de explicar el comportamiento humano. Creo que todo lo anterior son puntos en común en mis dos películas.
En Luton abordé esencialmente un aspecto de las variables que llevaron a la crisis: una forma de pensar que coqueteaba con la apatía y la permisividad. En esa película abordé directamente la violencia encubierta en nuestra vida diaria. All the Pretty Little Horses, diría que, en resumen, trata de la era de la poscrisis. El impacto que tuvo la crisis en la psicología de las personas que hasta entonces vivían en la burbuja de la prosperidad, a pesar de que el mal estaba allí desde el principio, y era evidente.
Quería ocuparme de lo que ha provocado la crisis, o más bien, de lo que le ha revelado a esta gente. Al mismo tiempo, sin embargo, uno se da cuenta de que cuando la crisis ha golpeado, dejando ruinas atrás, es casi seguro que acecha para golpear nuevamente. Porque la pregunta no es qué crisis viene o se va, sino si estamos preparados y con la mente abierta para ver nuestra realidad y nuestros errores tal como son. La única forma en que las cosas mejorarán es si dejamos de mirar hacia otro lado.
¿Influye en tus películas tu formación en sociología y arquitectura?
La sociología y la arquitectura son disciplinas que quería estudiar para adquirir habilidades para comprender el mundo. Al final, creo que esta síntesis de mis estudios de cine, sociología y arquitectura también ha moldeado en cierta medida mi identidad cinematográfica. Por ejemplo, la forma en que me interesan los humanos y su actitud dentro de las sociedades que les dan y a las que dan forma, la relación entre el entorno y el hombre, y las cualidades de los comportamientos que se forman dentro de ese espacio, así como mi obsesión por los detalles del encuadre como una expresión de todos estos pensamientos, probablemente sean influencias de estas disciplinas científicas.

La sociedad griega vivió ajena a la realidad durante algunos años, sumida en una burbuja de prosperidad. ¿Tenías la intención de hacer una metáfora del autoengaño en tu país al difuminar la línea entre la realidad y el mundo de fantasía en el que viven tus personajes?

Sí, la película actúa como una metáfora. El gran impacto que sufrió la sociedad griega, a continuación del sufrido por otras sociedades en el extranjero, fue la crisis económica. El cambio de la burbuja, la prosperidad económica que prevalecía en general, a una nueva condición en la que la gente perdía dinero, hogares, trabajos, familias, relaciones. En paralelo, la ampliación de la brecha de la desigualdad económica empeoró aún más las cosas. En la conciencia de la clase media estaba arraigado que una vida de mera supervivencia es un lujo. Así que cuando se han restringido los derechos de los trabajadores, en muchos casos, se ha culpado y atacado a los propios trabajadores. Todo este cambio no podía dejarme indiferente. Durante años, he visto a la gente a mi alrededor perder su identidad por completo. Al quedarse sin trabajo ni dinero, ya no quedaba nada para definirlos. Es trágico. Y lo más trágico, también, es que muchas personas en esta situación se han negado a admitirlo, a enfrentarlo. Esta es una de las razones por las que la sociedad griega no se va a recuperar pronto de esto. Y mucho menos ahora que, cuando parecía que la crisis comenzaba a desvanecerse, justo antes de la pandemia, las señales de peligro comenzaron a resurgir.
Sin embargo, la crisis económica y, por extensión, el gran cambio en las estructuras sociales no fue repentino, fue un proceso lento. La sociedad griega siguió haciendo la vista gorda durante muchos años, viviendo dentro de una ilusión de prosperidad. De ahí que la caída fuera más violenta y, en muchos casos, incontrolable. Esto es también lo que les pasa a los protagonistas de mi película. El período de negacionismo terminó y en algún momento tuvieron que mirarse a los ojos. Aquí es exactamente donde comienza la película.
Al final, creo que para que alguien pueda hacer frente a este tipo de crisis, primero hay que admitir el problema y sus causas y tener la voluntad de seguir adelante. Suena sencillo, pero en la práctica parece que en la sociedad griega, enfrentar abiertamente nuestros problemas es más difícil que cualquier otra cosa, y eso no es nada prometedor.

Según tus propias palabras esta película es un thriller existencial sin asesino.

Parece que las historias más oscuras se esconden detrás de la sencilla vida cotidiana. Los protagonistas de mi película se encuentran en una situación desconocida, privados de los roles y la imagen que se habían creado. Esto es precisamente lo que perturba tanto su estado psicológico como la relación entre ellos. Alice y Peter se enfrentan primero a ellos mismos, a sus deseos, sus elecciones, sus errores. Hay una angustia interna por si eventualmente serán capaces de encontrarse a sí mismos, un sentimiento agónico por si podrán salir de la situación difícil en la que se encuentran. Mi lente cinematográfica sigue a los personajes y su entorno con la intensidad y suspenso que siento que existe en su intento de redescubrirse a sí mismos.
Desde el primer momento en que comencé a escribir el guion, viví con tensión las vivencias de mis personajes, parecía estar viendo un thriller donde los protagonistas, luchando por salvarse a sí mismos de los demás, no buscan al asesino, sino a sus verdaderos yoes.

¿Te consideras parte de un nuevo cine griego junto a directores como Yorgos Lanthimos y Ektoras Lygizos?

Todos pertenecemos a una nueva generación de directores griegos que han crecido en el mismo vínculo social, con percepciones similares. Aparte de eso, cada uno tiene su propia identidad estética, un grado diferente de sensibilidad y, por supuesto, su propia forma de abordar los temas que les conciernen.

Has declarado que la música y el sonido son las mayores influencias en tu trabajo. ¿Qué canciones y sonidos han inspirado esta película?

Es cierto, la mayoría de mis influencias provienen de la música y del sonido. Cuando escribo un guion, primero escucho los sonidos en mi mente y luego las imágenes toman forma. El susurro de las hojas en el campo, el silencio de una gran casa vacía, el agua de una piscina fluyendo, el agua que gotea de un grifo defectuoso, el sollozo de una mujer, el frenazo repentino de un automóvil, la respiración de un niño dormido, el ladrido de un perro en medio de la noche, el sonido de un hombre tragando saliva, All the Pretty Little Horses, de Odetta y Nick Cave, la música de Thom Yorke, Burial, de Jonny Greenwood, Johan Johansson, Krzysztof Penderecki, fueron algunos de mis estímulos sonoros.

¿Hasta qué punto se hace eco la película de la fricción y la resiliencia amorosa durante el confinamiento vivido el año pasado?

La película se estrenó en una extraña coyuntura en relación a su argumento, y ​​creo que refleja el calvario que atraviesan las relaciones y el amor. El cambio violento que estamos experimentando no tiene precedentes y es feroz. Me temo que el impacto en nuestro estado emocional y en nuestras relaciones será enorme, y creo que esto ya es evidente. El término amor, ahora, es el material adhesivo, no solo entre personas sino también para nuestras propias personalidades individuales. Sin embargo, al mismo tiempo, el amor, la paciencia, la comprensión son elementos que ahora se ponen a prueba todos los días. Además, una serie de malos manejos en la economía conducirán a una crisis aún mayor que la que hemos atravesado. Por tanto, creo que es fundamental no malinterpretar el tan proclamado término «distancia». Es decir, conlleva el riesgo de tener profundamente arraigado en nuestra mente que para afrontar esta difícil situación necesitamos distancia. Al contrario, necesitamos compañía, necesitamos acercarnos más que nunca, sin usar «máscaras». ¡Y me refiero a esto, por supuesto, en sentido figurado!

Esta crisis es mucho más que una crisis de salud. Afectará a todas las áreas de nuestra vida y será más difícil (debido al elemento de salud) entender quién es «malo» y quién es «bueno». Incluso será difícil comprender lo que ya hemos perdido y lo que perderemos en nuestras vidas. La gran pregunta que debemos hacernos es si hemos aprendido algo. Las señales hasta ahora no son buenas. Pero aún es temprano. El futuro cercano nos mostrará si hemos aprendido algo o no. Lo cierto es que debemos evitar la complacencia. La vida no se trata solo de poder inhalar y exhalar; para que esto suceda, necesitamos aire limpio.

 

RESERVA TU ENTRADA PARA ‘ALL THE LITTLE PRETTY HORSES’