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Philipp Yuryev (The Whaler Boy): “Los intérpretes de mi película son mucho más únicos e interesantes que los actores profesionales”

Un pueblo ballenero perdido junto al estrecho de Bering. La llegada de Internet y el impacto que ejerce sobre Leshka, su protagonista adolescente. En su ópera prima, The Whaler Boy, el director ruso Philipp Yuryev firma una reflexión sobre la búsqueda del amor, la transición al mundo adulto y las dificultades del aprendizaje sentimental.

Hemos visto, leído y escuchado muchas historias reales y de ficción sobre la frontera mexicana, pero no así sobre los rusos que cruzan el Estrecho de Bering para alcanzar EE.UU. ¿Por qué era tan importante para ti mostrar esta realidad migrante diferenciada?
Porque para los rusos es un hecho, aunque no todo el mundo en mi país sepa que existe una frontera entre EE.UU. y Rusia. No todos mis compatriotas están al tanto de que puedes cruzar la frontera con un barco en cuatro o cinco horas. Entre ambas civilizaciones hay diferencias extremas. Los chavales de Siberia están muy cerca de América, no sólo a través de las películas y de internet, sino geográficamente.

¿Resulta tan complicado cruzar como desde el sur?
No es tan fácil. 15 años atrás hubo casos, se dieron unos pocos episodios de personas que consiguieron cruzar y quedarse en EE.UU., incluso hubo gente de Latinoamérica que viajó hasta aquí para cruzar, porque era más fácil que hacerlo desde México, pero ahora el área está más protegida. Patrullan, así que es más difícil.

Sin embargo, y a diferencia de la imagen ruda de los policías de frontera, en tu película muestras a un oficial de patrulla amable. ¿Esta visión está basada en hechos reales?
Si hubiéramos planteado la trama de una manera realista, el oficial, al ver a Leshka con un arma, lo hubiera matado, porque son las instrucciones que recibe, pero mi personaje entiende que es un chaval, que viene de una región remota y no entiende muy bien lo que hace. Así que le da una oportunidad de seguir vivo. Comprende que es un adolescente, y que a esa edad se cometen locuras. Hace unos 16 años atrás, hubo una historia de un crío, la diferencia es que fue arrestado por oficiales rusos de la guardia de la frontera. Tras detenerlo hubo una entrevista donde dijo que su intención era ver los rascacielos. Se le preguntó si entendía que en Alaska no los hay y si lo que buscaba, en último término, era la oportunidad de llegar a Nueva York o a California, pero no conocía la diferencia entre unos estados y otros.

 La idea para The Whaler Boy surgió de un viaje al Extremo Norte de Rusia. ¿Qué vínculo te une a esta región?
Efectivamente, la primera idea surgió en un viaje a esas comunidades, porque conocí a algunos habitantes locales y como había aparecido internet, me fijé en un grupo de chavales mirando unas webcam.

¿Qué aprendizaje te ha supuesto esta experiencia fílmica?
Los intérpretes de mi película son mucho más únicos e interesantes que los actores y profesionales de la industria del cine, por eso pienso que esta propuesta es interesante, porque te brinda la oportunidad de ver la vida real en este lugar remoto. No son actores cuando están frente a la cámara, sino ellos mismos. No creo que sea el último filme que ruede allí. Quiero ir de vez en cuando.

¿Cuál es el motor de esta película: el amor o el aburrimiento de su protagonista?
Ambos, Leshka es un adolescente y experimenta tanto sus primeros sentimientos románticos como la sensación de la proximidad de un nuevo mundo. Siente una gran curiosidad por descubrir todo lo que le está esperando. Vive sentimientos encontrados en su experimentación del primer amor.

¿Estabas intentado realizar una observación sobre la iniciación sexual de los jóvenes a través de internet?
Por supuesto. Es uno de los aspectos principales del filme. Cuando tienes 16 o 17 años vives obsesionado con pensamientos sobre mujeres y todo lo que tiene estos chavales es un chat a través de una webcam con el que pueden soñar con estas chicas rubias a las que nunca antes han visto. Es normal para los jóvenes estar obsesionados por el sexo. Es una llamada de la naturaleza, una experiencia iniciática que todos atravesamos. Está entusiasmado porque está empezando a experimentar su paso a la vida adulta.

La película tiene un sutil sentido del humor en el personaje del abuelo del protagonista. ¿En quién te inspiraste?
En mis abuelos. Mi abuelo era una persona muy interesante, era escritor, y mi abuela siempre se queja de que quiere morirse y de que va a morirse este mismo día. Ambos me inspiraron. No obstante, gran parte del humor reside en el actor que interpreta al personaje, Nikolay Tatato un hombre tranquilo que habla abiertamente de sus sentimientos.

¿Qué planeabas lograr con el contraste entre los paisajes agrestes siberianos y el uso de una banda sonora que incluye temas de Julee Cruise, Roy Orbison y música surf?
No era mi idea de partida, pero encontré interesante servirme de esa música pop ensoñadora en contraste con la actividad de los grandes cazadores que, con sus actos, escriben este ciclo de la muerte. Al mismo tiempo, EE.UU. está cerca y los habitantes de esta zona de Rusia sueñan con vivir allí, así que la música ha de ser americana para inspirar esa evocación. La voz de Julee es tan diferente… Adoro este sentimiento de absurdo.

Las ballenas tienen un aura legendaria que no solo responde al clásico literario Moby Dick sino también a su tamaño y a su majestuosidad. Por el contrario, su película muestra la relación cotidiana desmitificada de los cazadores locales con estos animales.
Por supuesto he leído Moby Dick, es la obra de arte dedicada a los cazadores de ballenas más conocida, pero en las tradiciones locales, la relación con las ballenas es muy espiritual. Su existencia es un aspecto primordial ligado a la supervivencia de la comunidad. Llevan cientos de años haciendo lo mismo. Para estas secuencias quise emplear el formato documental, porque es algo único y aspiraba a mostrarlo en la gran pantalla. La caza es real, tuvimos el permiso de rodar en el bote, como visitantes. No lo organizamos, sino que surgió la oportunidad en la vida real. La caza en estos sitios es legal, está aprobada por una comisión de caza de ballenas, se denomina caza nativa. La vivencia me provocó sentimientos muy oscuros. Fue muy duro. Es impresionante por lo cruel y arriesgado.

 

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