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ENTREVISTA A KIT ZAUHAR, DIRECTORA DE THIS CLOSENESS

«Si eres una mujer de color, siempre estás pensando en tu raza en las relaciones íntimas»

 

En su segundo largometraje, la guionista, directora y actriz Kit Zauhar, una de las nuevas voces del cine independiente norteamericano de bajo presupuesto, propone en un tenso drama encerrado entre las cuatro paredes de un apartamento de alquiler por habitaciones. ‘This Closeness’ sitúa al espectador en la posición de un ‘voyeur’ que asiste con cierta incomodidad al extraño juego de cordialidad forzada y ambigüedades que se establece entre una joven pareja que se aloja en un apartamento de alquiler y su solitario e inquietante anfitrión.

La película utiliza diversos recursos para subrayar los conflictos internos de una generación milenial que necesita desesperadamente el contacto humano, pero al mismo tiempo no sabe cómo gestionarlo cuando no hay filtros o intermediarios. No es casual que la protagonista de la película se dedique profesionalmente al ASMR; es decir, a la producción de piezas sonoras susurrantes y extremadamente íntimas cuyo objetivo es producir en el oyente una respuesta sensorial autónoma de relajación o acompañamiento

La claustrofobia que transmite deliberadamente la propuesta también tiene que ver con la situación en la que se ve la protagonista: una mujer birracial encerrada con dos hombres aparentemente muy distintos entre sí, pero hermanados por el privilegio del heterosexual blanco.

 

¿Cuáles fueron las ventajas de rodar toda la película en interiores para acrecentar la tensión entre los personajes?

Tiene un elemento teatral; hay una sensación de que estás representando una obra en fragmentos, lo que le da a los actores y al director de fotografía una sensación de familiaridad y juego cuando utilizan el espacio. Permite que tanto el espectador como el actor comprendan completamente este «mundo» insular, lo que otorga una textura de realidad e intimidad. El público es tan consciente de lo que significa tener una puerta abierta o cerrada, escuchar pasos, como los personajes, lo que le permite convertirse en un auténtico ‘voyeur’. La tensión requiere que la energía quede atrapada, por lo que ubicar la trama dentro de un espacio cerrado ayuda a que esa energía se perciba increíblemente contenida y volátil, como una olla a presión.

 

¿Por qué te interesa tanto retratar cómo se comunican las personas y especialmente cómo lo hacen sobre las pequeñas cosas?

Siempre ha estado intrigada por el subtexto, las formas en que nos comunicamos diciendo una cosa y queriendo decir otra completamente diferente. La médula de la humanidad existe en nuestras trivialidades e incapacidades con respecto al lenguaje, al amor, a la conexión, a todo. Creo que las «pequeñas cosas» son a menudo las que hacen de una persona esa persona; los buenos personajes y las personas interesantes a menudo no se definen a grandes rasgos, sino en detalles mínimos. Entendemos más acerca de las personas como un todo si comenzamos en este nivel microscópico y nos movemos hacia afuera.

 

En un principio, la película duraba dos horas, 20 minutos. ¿Cómo se llevaron tu yo directora con tu yo guionista durante el proceso de edición?

No fue muy difícil conciliar los diversos roles. Tuve un gran editor, Brian Kinnes, que guió el proceso. Trabajábamos con plazos ajustados, así que tuvimos que ser algo despiadados desde el principio. No le doy tanto valor a lo que hago en esa etapa porque todo es maleable, y en realidad solo existe para mi editor. Siempre trato de recordar: «La gente no va a extrañar lo que ni siquiera sabía que existía».

 

¿Por qué has subrayado el sonido y los silencios en tu película y la manera en que afectan a tus personajes?

Creo que ambos tienen un peso inmenso. Los silencios son formas interesantes de puntuar una película, de la misma manera que pueden puntuar diferentes tipos de interacciones. El sonido es una forma maravillosa de crear atmósfera en un espacio; un buen diseño de sonido hace que un lugar cobre vida. Siempre pienso en lo que decía este crítico de las pinturas de Monet, que captaba “los temblores de una atmósfera”. Traté de usar tanto los silencios como el sonido para tratar de replicar este sentimiento.

 

Para ganarse la vida, Tessa hace videos ASMR, ¿en qué medida es personal el interés en estos fenómenos?

Me encantan. De vez en cuando he de luchar contra el insomnio, y los videos de ASMR me son de gran ayuda. Pero a veces reparo en lo extraño que resulta que las mujeres que los hacen estén fingiendo mimarme. Se trata de una ocupación que abarca muchos perfiles diferentes para las mujeres. Asumen el rol de cuidadora, amante, amiga y, a veces, algo más ambiguamente sexual. Tratan de consolar y excitar simultáneamente, se les paga para ser una amiga o una cónyuge virtual. Es un extraño purgatorio emocional en el que encontrarse y una fascinante subcultura de internet que explorar.

 

¿Te sientes próxima al movimiento ‘mumblecore’?

Estoy muy agradecida por su existencia y aprecio muchos de los largometrajes pertenecientes a este movimiento, pero con cada película que hago quiero marcar distancia con este género. No creo que sea necesario etiquetar una película como ‘mumblecore’ solo porque tenga mucha conversación, y tal vez eso habla de lo asustados que están muchos cineastas contemporáneos de escribir películas con muchos diálogos.

 

¿Crees que añorar a los amigos de la secundaria es un signo de inmadurez?

Solía ​​pensarlo, pero luego de considerarlo más a fondo, tengo un punto de vista más empático, por el que reconozco el gran privilegio que tengo. Creo que mucha gente, incluyéndome a mí, equipara la escuela secundaria con un intenso período de sentimientos. Sientes tanto tan intensamente por primera vez, ya sea aprendiendo a comprender tu sexualidad, tu cuerpo, cómo ves el mundo y cómo te ve el mundo. Creo que muchas personas que no se dedican a las artes sienten nostalgia por la escuela secundaria porque su rutina diaria no requiere una respuesta tan emocional ni necesariamente necesitan involucrarse en un proceso riguroso de autorrealización, así que asocian la escuela secundaria con un tiempo intenso y profundo. En mi caso, como artista experimento constantemente esa intensidad adolescente, pero con la diferencia de que ahora tengo más autonomía y autoconciencia, así que no tengo la necesidad de mirar hacia atrás con cariño a mi juventud. En muchos sentidos, todavía lo estoy viviendo, pero con más respeto por mí misma y una mayor comprensión de lo que quiero de la vida. Y tengo mucha suerte de tener esta visión del mundo.

 

Tanto tu primera película como esta se centran en las trivialidades que las relaciones revelan sobre la humanidad. ¿Piensas seguir explorando este camino?

Sí, definitivamente. Siempre me inclino por este tipo de películas. Elegimos ver grandes epopeyas, dramas o películas de terror para sentir algo puro en nuestro centro emocional, como el miedo o la esperanza, pero lo cierto es que cuando salgo de ver películas así no experimentó grandes revelaciones acerca de mí misma o de otras personas. Mi objetivo siempre es sacar partido de algo más complejo que hace que la gente se comporte de una manera determinada.

 

A través de la película te has interrogado sobre la experiencia de ser un hombre blanco, ¿a qué conclusiones has llegado?

No sé si son tanto respuestas como reconocimientos. Creo que los hombres blancos son absolutamente fascinantes. Tienen tantas puertas abiertas que ni siquiera saben que existen. Presentan un gran contraste con los otros personajes que escribo e interpreto, que han sido condicionados para andar por la vida con más cuidado. Lo interesante de esta película es que los dos hombres blancos que aparecen en ella sienten que vienen de mundos meridianamente opuestos, pero en realidad operan con motivaciones similares aunque logren resultados diferentes. No siento la necesidad de hacer películas que amonesten a ningún grupo en particular, pero creo que un artista puede llegar a situaciones de mucho humor y epifanías extrañas utilizando personajes blancos sin tratar de hacer una declaración política o sociopolítica clara. Estoy mucho más interesada en las posibilidades antropológicas de mis películas, en qué se llevan espectadores y espectadoras al ver a estos hombres “en plena naturaleza”.

 

¿Por qué era importante para ti concienciar sobre la raza como fuente de toxicidad en las relaciones afectivas y sexuales?

Si eres una mujer de color, siempre estás pensando en tu raza en las relaciones íntimas. ¿Le gusto por mí o soy un fetiche? ¿Es una coincidencia que muchos hombres con los que he estado hayan salido con otras mujeres birraciales? En realidad no existen respuestas porque la otra persona podría no ser consciente de sus elecciones o no admitirlas nunca. No obstante, esa falta de claridad no significa que las preguntas no exijan ser formuladas. Es importante que las películas sigan investigando estos dilemas porque, de lo contrario, todos nos volvemos pasivos ante la posible fetichización, marginación y la vaga pero aterradora perspectiva de que la gente no te esté viendo por completo.