Noticias Largometrajes
Yona Rozenkier habla sobre su película ‘The Dive’

“Esta película representa una parte fundamental de nuestro país asolado por la guerra”

Trabajé como agricultor en mi kibutz antes de comenzar a estudiar en la escuela de cine. Soy hijo de un voluntario suizo en un kibutz y de una superviviente francesa del holocausto. En 2006, antes de ingresar en el frente libanés, mi hermano menor vino a visitarnos durante 24 horas. Estaba claro que las reservas también iban a ser llamadas a filas, y eso significaba que mis dos hermanos y yo tuvimos una última noche memorable antes de que todos nos fuéramos a la guerra

En Yehiam, los ancianos apagaron las sirenas porque les molestaban para dormir, y por lo tanto éramos la única comunidad en el norte de Israel donde no había sirenas. Una isla tranquila de «cordura» en el norte bombardeado. El kibutz abandonado se había convertido en una especie de pueblo gitano borracho, con explosiones en el fondo, pero nos quedamos allí. Juntos. Celebrando nuestras vidas.

En ese momento todavía era un mundo único y surrealista entre los kibutz del norte. Un oeste salvaje congelado en el tiempo, muriendo lentamente en algún lugar de las montañas de la Galilea Occidental. Un mundo de alcohol, niños descalzos y humor salvaje, de cazadores y armas ligeras a la cadera; además de espectaculares flores de primavera, acantilados y el mar Mediterráneo. Una sociedad extrema y machista.

Esta historia específica me quemaba porque, más allá de ser una historia personal, representa una parte fundamental de nuestro país asolado por la guerra. Un cuento sobre todo aquello que no está incluida en las estadísticas ni contabilizado en la guerra: personas que tienen heridas ocultas y cargas pesadas de culpa y duda, sobre sí mismas y sobre la realidad del país; personas que se debaten entre las presiones nacionales, sociales y la vergüenza de una «lesión» invisible.