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(Un Futuro de Cine) Entrevista al actor Pablo Molinero

Pablo Molinero vive un momento especial en su carrera. Aunque no es ningún novato en esto de la interpretación, no ha sido hasta hace poco que su nombre ha llegado al gran público. Y es que hay a quien el reconocimiento le llega al primer golpe de suerte y hay quien, como a este actor castellonense de 41 años, lo cuece más despacio. Y es que esto del futuro arranca cuando menos te lo esperas.

¿Cómo comienzas en esto de la interpretación?

Bueno yo recuerdo que donde me picó realmente el bicho de la interpretación fue en la universidad, estudiando. Yo había probado antes en el instituto y así, y también en las fiestas de la villa de mis padres, en verano. Pues eso que actúas de pequeñín, te cogen los mayores para actuar y te lo pasas bien, ¿no? Entroncas con la parte lúdica del teatro. Pero donde realmente me enganchó fue estudiando filología inglesa en la UJI [Universidad Jaime I de Castellón] donde entré a hacer cursos en el aula de teatro de Carles Pons. Allí hacíamos tanto un curso de escenas clásicas, como un curso de acciones teatrales y hacíamos performance por las cantinas. Una época muy libre de investigación y de empezar a establecer los cimientos de este oficio.

Creo que entonces ya creaste tu primera compañía, La Casual.

Sí, la verdad es que lo más bonito que pasó aquella época es que hubo un grupo de estudiantes que creamos La Casual. Con La Casual hicimos teatro a la carta. Igual actuábamos en una fiesta okupa en una casa, como la asociación de mujeres de Benicasim contra el maltrato. También hicimos una obra de teatro que movimos por otras universidades, actuamos también en Barcelona y llegamos a llevarnos varios premios. Fue un momento muy rico, la explosión de la juventud, las ganas de hacer cosas…

Luego te vas a Barcelona, donde trabajas con varias compañías como Els comediants y la Fura dels baus. ¿Qué lecciones extraes de estas experiencias?

Yo empecé con compañías de teatro de calle, en Villareal con Visitants, en el País Vasco con Pikor Teatro, y luego me pasé a la sala. También hice teatro infantil con L`Home Dibuixat y otras compañías. Luego sí que es verdad que me muevo a Barcelona buscando más posibilidades de formación. Puedo ir a cursos de dramaturgia en el Obrador, cursos de teatro y también clases de danza. Pero la compañía con la que más relación mantuve fue con Sol Picó. Ella es una bailarina de Alcoi, y yo formé parte de su compañía durante varios años y ahí entré en contacto con la parte más física que luego con David Climent desarrollaríamos en Los Corderos. El trabajo con El comediants o La Fura dels Baus fue más puntual. Se trataba de hacer un encargo para una macro función de estas que hacen ellos. Y bueno, lo que puedo extraer de ahí fue un poco el trabajo con miles de personas o hacer cosas para que lo vean un número muy grande de espectadores. Otra visión del teatro en cuanto a la espectacularidad.

Con tu compañía Los Corderos hacéis un teatro poco convencional. ¿En qué consiste vuestra propuesta?

Las etiquetas siempre son complicadas. A nosotros nos pusieron la etiqueta de Teatro Físico. Y bueno, lo que pasa es que sí que es verdad que hay una implicación del cuerpo bastante importante. Nosotros nos pusimos la etiqueta de Teatro Bastardo porque bebemos de muchas fuentes, tanto nos da el teatro de texto como la danza contemporánea como la danza buto o el clown o la acrobacia. Cualquier disciplina nos parece interesante. No hay una jerarquía, por eso le llamamos Teatro Bastardo y también porque, de alguna manera, el teatro no nos ha hecho mucho caso (risas) Como nos dijeron en una crítica: no nos consideran teatro, teatro, porque hay mucha implicación del cuerpo, hay mucho movimiento en nuestras obras, no solo es una puesta en escena al servicio de la palabra. Pues bueno, la gente del teatro de alguna manera cree que hacemos algo rarito y nos ha apartado un poco de su familia.

La mayor parte de tu carrera la haces sobre las tablas. Parece que el mundo del audiovisual se resistía.  ¿A qué crees que es debido?

Pues mira yo sí que había hecho algunas cosas cuando era más joven en Valencia, hice alguna tv-movie, De Colores, Aquitania, (ambas dirigidas por Rafa Montesinos), luego en Barcelona he hecho Terrados. También en Valencia, en Canal 9, estuve en Negocis de familia. Pero sí que es verdad. Bueno, lo que me pasó fue una elección vital. Al crear Los Corderos con David Climent y Pilar López ocupamos mucho tiempo en el proyecto y no puedes hacer nada más. Empecé haciendo cosas de audiovisual, pero al empezar mi propia compañía no tenía tiempo para ir a castings, no tenía energía para otra cosa que no fuera mi propia compañía. Y bueno, cuando quieres crear un lenguaje propio, una estética, eso también requiere encerrarte un poco en ti y en tu trabajo. El audiovisual yo pensaba que se iba a quedar para otra vida, ¿no? Pero fíjate que, de alguna manera, este tipo de trabajo del que estamos hablando en Los Corderos, después de quince años de compañía no nos ha dado una estabilidad. O sea, tenemos años de reconocimiento por parte de la profesión y del público, pero esa estabilidad es limitada. Y debido a eso, desde hace un año empezamos a buscar otras maneras de salir adelante. Y entonces empecé a hacer algún casting y, a raíz de eso, me salió la oportunidad de participar en La peste.

Con la serie La peste conectas con el gran público. ¿Cómo es eso de pasar a un papel protagonista en una serie de este tipo?

Bueno, yo recibo esto de una manera muy tranquila. También tengo una edad y no voy a cambiar mi vida de la noche a la mañana. Mi manera de afrontar el trabajo con la serie es muy parecida a lo que hago con mi compañía en el sentido de que con Alberto Rodgriguez (director), me he dedicado a pensar en las cosas que tenía que hacer, en el personaje. Quiero decir que, de alguna manera, esto no se te da de golpe. Esto es un trabajo muy laborioso y muy poco a poco. Otra cosa, claro, es la repercusión que tiene una serie de estas que es muy diferente a la repercusión que tiene mi trabajo con la compañía porque, bueno, todo lo que se gasta en publicidad Movistar no tiene nada que ver con lo que hacemos nosotros. Pero bueno, tranquilamente, ya te digo. Lo he vivido de una manera… bueno, agradecido. Agradecido a la vida y orgulloso de formar parte de un equipo tan potente.

Y como actor, ¿qué ha supuesto para ti?

Pues sobre todo que he tenido la oportunidad de trabajar con actores con muchas tablas: Manuel Morón, Antonio Dechent, Manolo Solo, Tomás del Estal. Son gente que llevan muchos años trabajando y ruedas con ellos, te pones a rueda de ellos. Es gente que es muy buena y aguantarle la mirada a uno de estos y entrar en el juego que proponen es la manera de aprender. Y, sobre todo, también con Alberto Rodríguez que es con quien realmente estoy, ya no agradecido, sino en deuda. Los Corderos era un teatro muy físico, con mucha implicación corporal, y en cambio el trabajo que tiene Alberto Rodríguez tan contenido, tan escondido, donde el actor lleva por debajo todo lo que siente, es un trabajo que es difícil de interiorizar. Uno piensa que hago menos y ya está. Pero no, no se trata de hacer menos. Es más complicado que todo eso. Es cómo lo oculto, pero tiene que estar ahí dentro y lo expreso solo a través de la mirada, y eso lo he aprendido con él.

Vivimos una época en la que entendemos el éxito o la popularidad como algo que hay que alcanzar pronto y rápido. Si a los treinta no has llegado donde toca, olvídate. A ti que te ha llegado esto un poco más tarde, ¿cómo has vivido este proceso? ¿Qué ventajas o desventajas has tenido?

Pues yo las ventajas que le veo es que, de alguna manera, artísticamente yo me siento más preparado para afrontar un papel o nuevos proyectos porque tienes más trayectoria y más horas de vuelo. Me siento como con más seguridad. Cuando era más joven, cuando estuve haciendo, por ejemplo, Canal 9, pensaba: “no sé si esto es para mí o no”, porque era la inseguridad de alguien que hace lo que puede, pero en realidad no conoces tanto. No has experimentado tanto con la paleta de tu oficio. Entonces esto te llega en un momento en el que tienes más posibilidades. Y luego, por otro lado, creo que la edad te da una especie de relatividad ante la fama. Yo vivo en un pueblo muy pequeño de Girona donde no hay carteles, donde nadie te increpa por la calle. Quiero decir que supongo que cuando eres más mayor lo relativizas un poco porque ves que, de alguna manera, es un poco pasajero. Uno se tiene que centrar en su trabajo y la edad te ayuda a hacer esto.

Vives en un pueblo de Girona y ahora tu trabajo está en otras zonas de España. Queríamos preguntarte si tenías algún proyecto por aquí o cuál es tu relación con la producción valenciana.

Bueno yo sí que trabajé en Valencia. Trabajé en Aquitania y De colores, dos tv-movies que se hicieron en Valencia hace ya bastante tiempo, y luego, como te he dicho, en Negocis de familia, con Canal 9, que era una serie de estas de comer. Pero, en fin, que era un intento de hacer producción valenciana. ¿Mi relación futura con Valencia? Pues no sé si saldrá algún proyecto. Yo estoy con los brazos abiertos. Ahora hace poco ha ido el espectáculo que nosotros dirigimos con Los Corderos. La verdad es que con la compañía hemos ido bastante y tenemos público y responde. Pero vamos, proyecto en firma ahora en Valencia, pues no.

Y ya para acabar, ¿cuáles son tus proyectos de futuro más inmediato?

Bueno, voy haciendo un poco de alternancia. En realidad, sí que quiero dedicarle el espacio a que pasen cosas en cine o en la tele porque creo que tengo que aprovechar este momento. Sin olvidar un poco lo que a mí también me hace crecer como actor con mi compañía. Llevamos un tiempo un poco asfixiados y nos vamos a dar un poco de tiempo para buscar otras maneras de organizarnos, pero seguiremos trabajando y haremos nuevos proyectos. Lo que tengo más encima es la segunda temporada de La peste que se rodará durante el cuarto trimestre de este año.

¿Nos puedes adelantar algo de esa segunda temporada?… ¿O no? (risas)

Eeeeehhh… (risas) Sobre la serie no me dejan mucho, la verdad. Pero lo que sí está claro es que se empieza a rodar en septiembre. ¿Y adelantar? Pues bueno, si recordáis el final de la primera temporada, me estoy yendo al nuevo mundo y, en realidad, no acabo de encontrar mi lugar, ni en el nuevo, ni en el conocido. El único mundo que conozco es Sevilla y, bueno, supongo que entre esos dos ejes girará toda la serie.