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(S.O Largometrajes) Entrevista con el realizador de ‘Silent Night’, Piotr Domalewski

Piotr Domalewski “Quería contar una historia sobre una familia, cuyo vínculo, ni siquiera el mayor drama puede romper”

Al director polaco Piotr Domalewski le gustan los dramas íntimos. Y como no hay mejor ámbito que el familiar para llevar las emociones al límite, eligió una cena de Navidad para contextualizar su ópera prima, Silent Night.

Los miembros del clan protagonista de esta película están condenados los unos a los otros, pero no hay calidez, comprensión o cercanía entre ellos, tan sólo les une el vínculo de sangre. El protagonista regresa en Nochebuena a casa desde Holanda, donde se ha instalado en busca de un futuro mejor. No es el primero de la familia en haber abandonado el país, su padre ya se marchó a Alemania y su tío, a Bélgica. La historia, de hecho, muestra la emigración como una predestinación entre los polacos.

El principal miedo de un joven director es…

El miedo a no estar a la altura de ese complejo esfuerzo que es dirigir el rodaje de una película. Y también de no poder hacerlo de forma que el equipo no se percate de lo que me está costando. Además, por supuesto, está el estrés relacionado con si el público conectará o no con lo que he soñado. Y de si entenderán mi alegato original.

¿Cuál fue el punto de partida de Silent Night?

En lo que se refiere a la violencia, las relaciones y la tensión vinculadas a una comunidad pequeña e introspectiva, el punto de partida podría haber sido The Dark House (Wojtek Smarzowski, 2010), pero la película de Asghar Farhadi Nader y Simin, una separación (2011) fue mucho más importante para mí. Cuando la vi pensé que después de esas dos horas en el cine conocía un pequeño pedazo de Irán, que sabía cómo pensaban sus gentes, que había aprehendido algún tipo de verdad sobre ellos. Espero lo mismo de mi película: que las audiencias, especialmente las que están en el extranjero, crean que ahora saben un poco más sobre nosotros, sobre los polacos, que sepan lo que nos divierte y lo que nos aterra, con qué tenemos problemas y qué nos importa. Quería contar una historia entre los miembros de una familia, cuyo vínculo, ni siquiera el mayor drama puede romper.

Antes de Silent Night, rodaste seis cortos.

Estoy muy contento de esa experiencia. Cuanto más mayor me hago, soy más pragmático. Filmar mis anteriores películas me ha aportado mucho, porque en un rodaje siempre aprendes algo nuevo. En cada ocasión, el rodaje me reveló nuevos secretos del oficio. No me puedo imaginar estar listo para hacer un debut de larga duración después de haber realizado tan sólo un corto.

En ese caso, ¿cuál fue el camino que te trajo a este largometraje?

Como suele suceder, el guión llegó primero o, más concretamente, una versión del mismo. Junto con el productor Dariusz Dużyński presenté la primera versión al programa de Desarrollo de Guiones del Instituto de Cine Polaco. Y el comité lo envió a la sección de becas de escritura de guiones. En otras palabras, fue enviado para reescribir, junto con algo que encontré alarmante: una nota que decía que en esa historia no pasaba nada. Pero eso era exactamente lo que buscaba, el hecho de que los personajes centrales querían establecer relaciones entre ellos, que era importante para ellos que ocurriera algo mágico durante esa noche de Navidad, pero desafortunadamente, en su caso, para citar al escritor Sławomir Mrożek: «La fiesta está pasando en otro lado». No obstante, me tomé muy a pecho los comentarios de la comisión. Revisé el material, aunque me apegué a mis conceptos originales, y recibí una beca.

Eres actor y apareces en producciones teatrales y series de televisión de vez en cuando. ¿Qué te aportó tu experiencia como actor en tu debut como director de largos?

Todo un armamento. Sabes cómo dirigir a un actor para lograr un efecto particular en la pantalla. Pero, por supuesto, también existe cierto riesgo; normalmente hay una distancia entre el actor y el director. El director tiene un conocimiento relativamente limitado del trabajo de un actor. Entonces nace una distancia y, paradójicamente, eso hace posible una mayor confianza. El director tiene que aceptar que parte del conocimiento del actor está fuera de sus límites y que hay áreas de esa profesión que permanecen en secreto. Pero cuando el director es también actor, esa distancia desaparece. Un actor acude al actor-director para preguntarle sobre todo y para revisarlo todo de manera crítica. No hay barreras. Si a un actor no le gusta algo, generalmente te lo hará saber. Y si un actor viene y pide una nueva toma, entonces, en general, aunque te haya gustado la escena, tienes que admitir que tiene razón y hacer la repetición, incluso si a veces va a la contra.

En ese caso, ¿a qué debería prestarle atención un cineasta debutante para sentirse satisfecho con el rodaje diario?

Estoy seguro de que es algo diferente para cada uno y que lo importante diferirá entre todos nosotros. Desde mi punto de vista y mi experiencia, hay algo que destaca: has de estar muy seguro de lo que quieres hacer. Porque cuando entras al set, todo lo que tienes es un papel en tu mano, que es el guión, y el equipo ha de seguirte a ti y a ese documento. Si algo no se armoniza ahí, entonces no sonará en la pantalla. Lo segundo es la elección del productor. A mi me funcionó. Estoy muy feliz. Y recomendaría una situación en la que el productor sepa lo que quieres hacer y lo acepte. No puede haber discusiones entre el productor y el director; sino apoyo y comprensión total. Vale la pena en cada etapa del trabajo en una película.

Los cortos rara vez llegan a los cines, lo que significa que no llegan a pasar la prueba del público. Esta vez será diferente. ¿Tienes alguna expectativa o no estás pensando en ello?

Quiero que la película divierta al público y lo conmueva. Con Silent Night estoy intentando decir algo sincero sobre las personas. Lo que me importa es que el público repare en ella, que en medio de la avalancha de ofertas cinematográficas, llegue a la conclusión de que merece la pena comprar una entrada para ver Silent Night, porque hay algo en esa película polaca que la hace destacar y les intriga. Espero que se vean a sí mismos y a las personas más cercanas en la historia. Y será suficiente si, una vez termine la película, asienten mientras reflexionan: «Sí, así son las cosas».