Hace cuatro años, el director húngaro Gábor Reisz se sentó a escribir el guión de su segundo largo, Bad Poems. Su ópera prima, For Some Inexplicable Reason, se había alzado con los premios del Jurado, la Audiencia y Guión en el Festival de Turín y el de Mejor Película en el Festival de Montecarlo. Su vida emocional atravesaba una gran crisis, y en lo profesional, reparó en que mientras en la realidad cada vez preponderaban más las imágenes digitales, en las películas, los personajes todavía aparecían en el encuadre en un plano medio y se metían en los coches en un gran angular. Lo que pretendía ser el guión de su próximo largo se convirtió en un relato de los recuerdos de su infancia como una forma de terapia. La combinación de estos elementos propios y extraños fue el punto de partida de la película que inaugura la 34 edición de Cinema Jove.
¿Cómo te enfrentas a la reválida después de la excelente acogida de tu ópera prima? ¿Te supusieron algún tipo de presión los premios internacionales y el excelente resultado de taquilla en tu país?
Sí, en ocasiones, pero honestamente solo cuando no estaba metido profundamente en faena. Lo he sentido cuando he ido a alguna fiesta y he conocido a otros directores, o hablado con periodistas o gente a la que le gustó mucho mi primera película. Pero durante la escritura, planificación, rodaje y edición no tienes tiempo para lidiar con esa presión.
¿De qué manera te ayudó a desarrollar el guión la residencia en la Cannes Film Festival’s Cinéfondation?
Oficialmente, la Residencia no es una beca de desarrollo de guiones. Te brindan la oportunidad de concentrarte en tu próxima película y también te presentan como un joven director con talento. Tengo un doble sentimiento si recuerdo este medio año en París. Mi novia me dejó el primer mes, así que estaba deprimido, pero París, la gente a mi alrededor, el Festival de Cannes y muchas experiencias especiales lo han convertido en un período inolvidable de mi vida.
¿En qué medida es el protagonista un alter ego?
Incluso si me he inspirado en mis recuerdos, se trata de una historia ficticia. La memoria siempre es una ficción: cambias los detalles, a veces abandonas algunas cosas, a veces magnificas otras.
A lo largo de la película hay referencias sucesivas a la sobre exposición a la publicidad y a la presencia invasiva del marketing en nuestras vidas (los golpes contra carteles publicitarios, el trabajo en una agencia de publicidad) ¿Compartes con Tamar su aprensión?
Como artista, sí. Sin embargo, es muy difícil vivir, trabajar y crear algo valioso y honesto al mismo tiempo. Estudié en la Academia de Cine de Hungría, donde aprendimos sobre grandes artistas, maestros del cine. Cuando terminas la escuela, te das cuenta de que si quieres pagar el alquiler, la comida y todo lo demás, tienes que trabajar en la industria de la publicidad o en otro lugar, que nunca ha sido tu objetivo.
¿Qué significado tuvo Nirvana en tu juventud?
Me sentí realmente celoso el tiempo que Nirvana estuvo en activo. Todas las chicas de mi escuela llevaban una camisa de Kurt Cobain, sin excepción. Pero cuando empecé a tocar la guitarra y formé una banda con mis amigos, lo más obvio fue hacer versiones de Nirvana. Fue genial. Creo que el grunge fue el último cambio real en la historia de la música. Para mí no fue un paso en la evolución, fue algo totalmente opuesto a todos los géneros. Realmente lo extraño, y estoy muy feliz de que Pearl Jam todavía exista.
La película rinde homenaje a diversos géneros cinematográficos (nouvelle vague, expresionismo alemán, De Palma, Hitchcock, cine de terror clásico…) ¿A qué responde ese repaso cinéfilo?
Bad Poems es una película ecléctica. Cuando decidí hacerla de esta forma, solo tenía una cosa en mente: cómo piensas, cómo sueñas, imaginas y recuerdas. Y creo que son acciones que nunca están estructuradas, siempre es un caos.
En la película hay referencias a Magritte y a Duchamp, al surrealismo, al dadaísmo y al impresionismo. ¿Qué importancia tienen las artes plásticas en tu trayectoria profesional?
Fueron importantes, por supuesto, pero estas referencias no han sido conscientes. Mi infancia fue exactamente como la que ves en la película cuando el personaje de Tamás tiene 14 años: siempre estaba pintando y dibujando, y prefería el estilo surrealista.
Bad Poems también alterna diferentes formatos, blanco y negro e imágenes con mucho grano para mirar al pasado y relatar el duelo por una ruptura sentimental, ¿estabas buscando transformar así lo ordinario en extraordinario?
Creo que en Bad Poems hay dos historias: una que transcurre en la realidad y parece una película documental, y otra que está en la cabeza de Tamás y está formada de imaginaciones, sueños y recuerdos. Necesitaba el contraste y me parece que así es más emocionante
¿Por qué asumiste también el papel del actor protagonista?
Fue la última gran decisión durante la preproducción. Hicimos un cásting muy largo y durante el proceso me di cuenta de que era imposible encontrar a alguien que fuera exactamente el personaje principal que yo había escrito. Así que pensé que si encontrábamos un actor cambiaríamos el guión, pero en ese momento ya era demasiado tarde. Mi director de cásting me preguntó por qué no lo intentaba yo mismo y respondí que no era una buena idea, porque cada vez que me ponía delante de la cámara me sentía incómodo. Ella insistió y la sorpresa fue que no sentí ninguna frustración. También pensé que la película podría ser más personal y especial si yo desempeñaba el papel.
¿Tenías una ambición universal al plantear esta reflexión existencial tan personal?
Creo que siempre hay dos propósitos cuando cuentas una historia: generar un cambio en ti mismo y un cambio a tu alrededor. Cuando en ti hay inquietud, frustración y algo que no está en equilibrio es porque necesitas un cambio. Pero esta situación desequilibrada es el resultado de algo que también viene del mundo exterior. Y esta interacción genera el cambio real.
Aunque lo haces de manera sutil, la película también plantea las vivencias de una generación que pasó del régimen soviético a uno capitalista que ahora se escora hacia planteamientos de ultraderecha. ¿Cómo viviste tú ese tránsito?
Recuerdo la felicidad que nos rodeaba y los pocos meses en que los partidos políticos no fueron enemigos, sólo personas que querían el cambio. Y luego también la decepción. Creo que la gente pensaba que en esta nueva vida, las camareras serían amables, la policía y los interventores, comprensivos, y por supuesto que el tranvía te esperaría en la estación. En lo personal, sólo recuerdo que estaba enamorado de mi compañera de clase Anna Schiller y que quería ser campeón de waterpolo.