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Entrevistas Sección Oficial: Guillermo Polo, director de ‘Lo carga el diablo’

Todos hemos sido perdedores en algún momento de nuestras vidas”

 

Tristán es un escritor frustrado que vive de escribir frases inspiradoras en los sobrecillos de azúcar. Su rutinaria vida cambia el día que acepta, bajo misteriosas circunstancias, transportar el cuerpo congelado de su conflictivo hermano Simón desde Asturias hasta Benidorm para cumplir su última voluntad: ser enterrado en la casa donde ambos crecieron. A lo largo de este trayecto, el protagonista se verá envuelto en situaciones bizarras en las que tendrá que lidiar con personajes muy excéntricos. El humor surgirá del contraste entre el surrealismo del contexto y la personalidad conformista de Tristán.

El director, guionista y productor Guillermo Polo debuta en el largometraje con esta ‘road movie’ ibérica protagonizada por Antonia San Juan, Manuel de Blas, Pablo Molinero y Mero González.

 

– El guion de ‘Lo carga el diablo’ empieza a gestarse hace una década, y en su desarrollo han intervenido cuatro guionistas, David Pascual, Guillermo Guerrero y Vicente Peñarrocha. ¿Ha variado mucho la idea original con respecto a la que vemos plasmada en la película? ¿Cuáles han sido las fases de desarrollo de la historia?

– Sí, el primer tratamiento del guion lo escribí en 2011 cuando vivía en Madrid. Luego, estuvo reposando algún año mientras vivía en Estados Unidos y ya en 2015 entró David Pascual a trabajar conmigo en las primeras versiones de guion. Fuimos desarrollando la historia, los personajes y los diálogos. Más tarde, se incorporó Guillermo Guerrero que ha seguido hasta la última versión y Vicente Peñarocha, que también aportó su experiencia y perspectiva. Al ser un viaje atípico, el guion tiene muchos entramados y elementos, de modo que al mover cualquier pieza afecta a muchas más. También el trabajo con las productoras ha servido para ir depurando lo esencial. Aunque el hilo argumental se ha mantenido, la historia ha ido evolucionando, del mismo modo que nosotros también con ella. Para bien y para mal, el cine se mueve en unos tiempos muy prolongados y da para meditar muchas cosas por el camino. 

 

– La película está poblada de perdedores. Tanto los protagonistas como los personajes secundarios tienen traumas, mala suerte, pasados turbios o secretos que se resisten a confesar en un primer momento. Sin embargo, todos, incluso la villana o el cargante hermano de Tristán, son muy humanos y fáciles de querer. ¿Qué significado le das a la condición de perdedor?

– En alguna descripción de la película comenté que todos hemos sido en algún momento de nuestras vidas, o en reiteradas ocasiones, ese perdedor o perdedora que representa Tristán (y el resto de personajes). Puede haber sucedido en aspiraciones laborales truncadas, en cuestiones de desamor, o simplemente en la búsqueda del ser en este sinsentido. Y creo que en esas situaciones, donde somos más vulnerables, es donde nos humanizamos y suceden cosas interesantes. Especialmente en una sociedad que premia lo contrario. Son personajes que se construyen entre lo cómico y lo trágico. Yo mismo lo he vivido en la locura prolongada de hacer esta película.

 

– ¿Qué función simbólica tiene el personaje de Álex en la película como acompañante de Tristán? ¿Y el perro?

– Álex encarna tanto en su personalidad, como en su generación, una mirada que no juzga por las ideas preconcebidas, si no por cómo las experimenta realmente. Y eso se contrapone directamente con lo que define a Tristán, una persona cargada de referentes que definen su mundo y su personalidad. Del mismo modo, Álex, al ser nativa digital y amante de la fiesta, busca el estímulo constante y le cuesta mirarse hacia dentro.  

Lo que me gusta del encuentro entre estos dos personajes y su salto generacional es como se complementan con sus virtudes y sus carencias propias del origen de cada uno. Y sin duda, Álex, el perro y Simón, son la hostia de realidad que Tristán necesita para dejar de mirarse tanto el ombligo. 

 

– Es una película de temática y personajes castizos, pero la fotografía, la composición de planos y los colores se aleja bastante de la norma en este tipo de películas españolas. ¿Cuál era tu planteamiento estético y qué referencias utilizaste?

– Después de esa temporada viviendo en Estados Unidos y de hacer un libro de fotografía (‘Los Feliz, Los Ángeles’) sobre lo que me captó la atención allí, me preguntaba a menudo por qué no trasladar ese lenguaje visual (Edward Hopper, William Eggleston, Mary Fray, Stephen Shore, Wim Wenders…) a España, sin renunciar por ello a nuestra autenticidad. Y al volver, observé desde otra perspectiva los paisajes, a los personajes y los lugares españoles en peligro de extinción (hostales, gasolineras, bares de carretera, cartelería…) y me transmitían el mismo magnetismo de allí pero con nuestra simbología. Empezamos a recorrer muchos lugares de la península y buscar espacios que le han aportado a la película la sensación de un viaje especial. Varios de los sitios que localizamos los derrumbaron o renovaron completamente antes de poder rodar, así que la película también es un documento de estos lugares del siglo XX que no estamos siendo capaces de preservar.

 

– ¿Es más difícil hacer que funcione una comedia desde la creación de situaciones y personajes, en comparación a hacerlo mediante la sucesión de chistes y gags en el guion?

– Al igual que en el apartado estético y de caracterización sentía que estábamos explorando una dirección, en el enfoque de la comedia nos pasó parecido. La comedia me parece difícil y además, cuando la mencionas en España, se tiende a encasillar en el sistema de gags de guion y el énfasis actoral. Y al hablar de comedia negra o absurda, también se abre un mundo desconocido porque cada persona lo entiende desde un lugar. Por eso, al basarnos en situaciones atípicas que rodean a los personajes que las viven con verdad, ha sido un reto creativo y para involucrar a más partes en el proyecto que fueran sintonizando el mismo idioma. Hemos encontrado más propuestas de cine argentino o de otros países donde mirarnos para encontrar nuestro propio lenguaje.

 

– Háblame un poco del trabajo con Antonia San Juan y su personaje. En esta película la sacáis del registro cómico por el que quizás ha sido más conocida hasta el momento. 

– Antonia es una actriz genial y versátil que lleva muchos años en el mundo del cine, el teatro y la televisión y su implicación en la peli ha sido total. Ella es capaz de hacer un monólogo larguísimo como de improvisar una escena y aportar detalles nuevos que siente en el momento. En la serie ‘Hierro’ o en la película ‘El Hoyo’ también se salió de ese registro más conocido y nos pareció muy interesante para el personaje de nuestra matona, donde puede incomodar, reaccionar visceral o mostrar ternura con sus gestos.

 

– ¿Puedes adelantar algo de tu segundo largometraje?

– Sí, de momento rodaré un corto a finales de año que es la semilla de este largometraje que estoy empezando a desarrollar. Lo que puedo decir por ahora, es que en vez de una ‘road movie’ aquí el eje central del proyecto será un local en la esquina de un barrio y serán los personajes de la zona los que acuden al lugar. Además estará ambientada a principios de los 2000 y tendré que rescatar los álbumes de fotos y las cintas de Mini DV para refrescar la memoria.