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Entrevista a Cristiane Oliveira (The First Death of Joana): “La historia de Joana vino del deseo de hablar sobre la valentía de ser uno mismo frente a toda la violencia cotidiana que se sufre en el proceso”

En los estertores del verano de 2007, una adolescente llamada Joana intenta descubrir por qué su tía abuela ha muerto a los 70 años sin haber tenido nunca una cita. El cuestionamiento de los estereotipos de género, el rito de paso y el autodescubrimiento son los ladrillos que pavimentan la travesía de la protagonista de la segunda película de Cristiane Oliveira, The First Death of Joana. La realizadora brasileña ya visitó Cinema Jove con su ópera prima, Nalu on the Border, en su edición de 2017. Como en aquella ocasión, la trama se ambienta en la región donde Oliveira nació y creció, Rio Grande do Sul, “donde la dominación conservadora masculina está profundamente arraigada en la cultural local”, advierte la cineasta.
Bajo su parecer y en el contexto del auge del regreso a valores tradicionales en su país, resulta relevante educar a la gente joven sobre la sexualidad y el género como expresiones de nuestra identidad. “Del mismo modo que Joana se sumerge en su imaginación para obtener sus propias respuestas, yo hago películas. No para dar respuestas, sino para continuar planteando preguntas”.
Varios personajes femeninos guían a la protagonista en su viaje, cada una con sus propias complejidades. ¿Cómo construiste sus personalidades?
La historia de Joana vino del deseo de hablar sobre la valentía, el coraje de ser tú mismo frente a toda la violencia cotidiana que uno sufre cuando vive este proceso. El personaje de la tía está inspirado en una mujer muy próxima a mí, que nunca tuvo una relación romántica y murió virgen a los 70 años. Su historia me conmovió profundamente. Los otros personajes también proceden de mis experiencias personales, así como de las de mi coguionista, Silvia Lourenço. Pensamos en los factores que permean la construcción de nuestros afectos, como las expectativas sociales de género, los prejuicios referentes a la orientación sexual, el racismo y el clasismo. Además de eso, la familia es una estructura en la que los conceptos de autonomía chocan frecuentemente con los de cuidado y lo que se considera protección puede ser, de hecho, una forma de violencia. En la escuela primaria aprendí qué comportamientos eran considerados adecuados ‘para chicos’ o ‘para chicas’. Ya era consciente de que determinadas formas de humillación en el colegio estaban reservadas exclusivamente a las niñas. Como los miedos eran creados por la urgencia de establecer unas reglas sobre lo que era adecuado para cada género, empecé a sentir que el género no debía ser una sentencia para la opresión y que la sexualidad debería ser vista como el desarrollo natural de los propios afectos. Todos estos sentimientos y experiencias personales han guiado la creación de los personajes.

La película tiene lugar en 2007, pero se refiere a temas que son considerados sensibles por los movimientos conservadores que han ganado fuerza en Brasil recientemente. ¿Por qué escogiste situar la trama en esa fecha y cómo dialoga con la situación de la juventud brasileña en la actualidad?

Entre los años 2005 y 2007, cuando solía pasar los veranos en las playas cercanas a Porto Alegre, observé el cambio paisajístico en la región. Hay más de 20 lagunas que componen un sistema único en el mundo por su extensión y que conforman 700 kilómetros de agua dulce. Este paisaje se ha cubierto de molinos de viento gigantes que constituyen la estación de energía eólica más grande del hemisferio sur. Ahí vi un escenario ideal para construir la historia de Joana, ya que es una adolescente que también está pasando por cambios. En esa época sentíamos que Brasil estaba pasando por transformaciones positivas en lo referente a temas de identidad, especialmente aquellos relacionados con el género, la raza y la diversidad sexual. Este contexto nos estimuló a desarrollar este proyecto. Desafortunadamente, en 2018, cuando obtuvimos los recursos para rodar, el escenario era el de una regresión política, especialmente para la gente joven, ya que hay diferentes proyectos de ley que tratan de prohibir la enseñanza sobre la diversidad de género, de sexualidad y de religión en las escuelas. Sin embargo, es en la fase escolar donde empiezan la curiosidad y la violencia respecto a esos temas. De ahí que sea necesario ofrecer información cualificada a la gente joven. La justicia brasileña se ha manifestado en contra de algunos de estos proyectos de ley, pero nuevas leyes de tipo conservador siguen surgiendo y los profesores son perseguidos en los centros educativos.

La película tiene momentos en los que dialoga con el cine fantástico. ¿Cómo se relaciona este género con la narrativa y los temas que la película aborda?

Los adultos tienden a evitar ciertos temas cuando lidian con niños y adolescentes, como si no estuvieran listos para aprender. Cuando surge la curiosidad, eso significa que están preparados. Todo el mundo tiene derecho a recibir la información adecuada. Joana no está satisfecha con las respuestas que los adultos dan a sus preguntas, esa es la razón por la que crea un universo particular que la ayuda a elaborar sus propias respuestas.

La palabra muerte, que es parte del título, parece adquirir diversas lecturas a lo largo del filme. Tu película anterior, Nalu on the Border, también presenta una muerte en su narrativa que es crucial en el destino de sus protagonistas. ¿Cuál es el significado en tu segundo largometraje?

La muerte de su tía es la espoleta que anima a Joana a buscar respuestas sobre su pasado, lo que la lleva a descubrir mucho sobre sí misma. La muerte en la película está relacionada con el rito de paso, la transformación y cómo, en ocasiones, necesitamos morir de alguna forma para renacer en nuestras luchas a fin de poder existir. Además de esto, hay una cita del poeta Mário Quintana que inspiró el título: “Amar es mover el alma a otra casa”. Hay un aspecto simbólico que se refiere al momento vital en que alguien pierde el control sobre su cuerpo, cuando el cuerpo es ocupado por la memoria de alguien de quien nos enamoramos y esa presencia empieza a interferir en la manera en que nos presentamos al mundo.

 

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