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Entrevista a Ann Sirot y Raphaël Balboni (Madly in Life): “Deseamos transmitir el viaje enriquecedor y gozoso que puede ser el cuidado de un enfermo, más allá de la tristeza y del cansancio”

Anne Sirot y Raphaël Balboni (presentes en Cinema Jove 2019 con el corto Avec Thelma) debutan en el largo con una historia agridulce salpimentada con unos diálogos ágiles y toques de humor. Madly in Life refleja las dificultades de la convivencia familiar cuando uno de los miembros enferma. Una situación que la pareja de cineastas aprovecha para retratar la estabilidad personal, la búsqueda de la felicidad y cómo lidiar con los reveses que aparecen en la vida.

¿Cómo describiríais vuestra primera película de ficción, Madly in Life?
Esta película es una oportunidad para abordar la enfermedad, de la manera en que afrontamos este aspecto de la vida en nuestro día a día y, de una manera más general, en la sociedad. Hay un dicho que reza: “Lo más importante no es lo que sucede, sino lo que hacemos con lo que sucede”. Madly in Life sigue a Álex en su evolución al confrontar la dolorosa noticia del diagnóstico de su madre con una enfermedad neurodegenerativa mortal. Al principio, se siente acorralado y se ve abrumado por la dificultad de enfrentar la realidad. Finalmente, termina cambiando su enfoque y decide abrazar la condición de su madre como parte de la aventura de la vida y dejar que la alegría vuelva a ocupar el centro de sus vidas.

¿Qué desencadenó la película?
El deseo, proveniente de la experiencia personal, de transmitir el viaje enriquecedor y gozoso que puede ser en nuestras vidas el cuidado de un enfermo, más allá de la tristeza y del cansancio. Cuando finalmente logras, después de algunas caídas, sentarte en la montura, en lugar de sentirte arrastrado por el barro por un caballo desbocado, la bota aún se atasca en el estribo, pero se construye una sensación de exaltación intensa, e incluso puedes sentirte orgulloso de haber vivido esta experiencia.

Jo Deseure está conmovedora en el papel de Suzanne. ¿Cómo encontrasteis a vuestra estrella?
La primera vez que vimos a Jo en pantalla fue en el cortometraje de Emmanuel Marre, Le Petit Chevalier, en el que interpreta a una jueza. Su forma de actuar, totalmente sincera y distante, nos impresionó. Luego, le propusimos probar algunas escenas y muy rápidamente decidimos que ella sería Suzanne. Jo llegó al proyecto con un deseo absoluto de trabajar y absolutamente desprejuiciada. Pasamos un tiempo construyendo su personaje en torno a la fuerza y a ​​la voluntad que Jo ya comparte con Suzanne de base.

¿Cómo trabajasteis con los actores para lograr esa veracidad y esa viveza constantes?
En primer lugar, trabajamos con grandes actores. Jo, Jean, Lucie y Gilles han sido muy generosos. Les estamos muy agradecidos. Se les pidió que participaran con mucha anticipación. Tuvimos pequeñas sesiones de ensayo en el transcurso del proceso de escritura, por lo que el guion se ajusta a la forma en que los actores aparecen y se comportan espontáneamente. La escritura del guion está personalizada para ellos. Los cuatro han creado también entre ellos una atmósfera de atención mutua, y se han escuchado entre sí a pesar del ritmo eventualmente difícil del rodaje. Compartir la electricidad del set es algo realmente grandioso. Se trata de una experiencia muy intensa por la intimidad del proyecto, algo especial que vivir juntos.

Aunque aborda un tema oscuro, las situaciones cómicas aportan fantasía a la historia y convierte Madly in Life en un filme conmovedor que mezcla momentos de alegría y de tristeza, como en la vida real…

La enfermedad de Suzanne le hace perder todo sentido de la inhibición, lo que le permite hacer cosas locas a las que ni siquiera se atrevería el más borracho de nuestros amigos al final de una fiesta a las cinco de la mañana. Si tomamos distancia, todo lo que Suzanne se permite hacer nos hace considerar cuánto nos restringimos, cuánto está prohibido. Suzanne es un recordatorio de que el marco social en el que vivimos nos inhibe constantemente. Suzanne se encuentra en una especie de transgresión permanente e involuntaria, ligera y alegre, sin ningún deseo absoluto de provocar. Se desborda todo el tiempo de manera espontánea.

Estamos al tanto del universo burlesque en el que ambientáis vuestras películas, ¿qué lo inspira?

La obra de muchos artistas: Kontakthof, de Pina Bausch; May B de Maguy Marin; Crowd de Gisèle Vienne; Canciones del segundo piso (2000), de Roy Andersson; Infidèles, de TG Stan; las playas de Martin Parr, Bovary, de Tiago Rodrigues; Germinal, de Halor y Goerger y Antoine Defoort; la miniserie para televisión de Maurice Pialat La Maison des Bois (1971); la escena de la fiesta en La gran belleza (2013), de Paolo Sorrentino; Marcel y Albertine; La Sorcière et le Grand Inquisiteur, de Rita Mitsouko; los coreógrafos brasileños Malene Monteiro Freitas, Alice Ripoll y Lia Rodrigues: Dalva, de Jim Harrisson; Tú, yo y todos los demás, de Miranda July (2005); Caperucita Roja y Cenicienta, de Joël Pommerat; Presiona aquí, de Hervé Tullet, los contratenores Alfred Deller y Klaus Nomi, y muchos otros.

El personaje de Alex afronta la difícil realidad de aceptar la personalidad más atrevida de su madre, que amenaza el equilibrio de su relación y su propia vida.
Sí, ahí reside el valor de la historia. La primera reacción de Alex cuando se enfrenta a la condición de su madre es cargar con todo, sacrificando su propio proyecto familiar y su felicidad. Todo se vuelve pesado, todo se convierte en un obstáculo. Se dirige hacia un callejón sin salida. Para cuidar de su madre, elimina la diversión de su existencia, le corta el aire. Pero lo que Suzanne necesita es precisamente lo contrario. Necesita que la gente se sienta amorosa a su alrededor. Y, de hecho, todos lo necesitamos. Noémie se aburre en esta vida diaria que se está convirtiendo en una sala de espera a la muerte. Alex se ahoga por el silencio que ha acabado generando a su alrededor. Al final, en Madly in Life, cuidar de Suzanne no significa olvidarse de uno mismo, sino todo lo contrario.

Esta es la tercera ocasión en que trabajas con Jean Le Peltier, ¿fue una opción obvia para el personaje de Alex?
Desde el principio supimos que Jean Le Peltier – con quien ya habíamos rodado antes dos cortometrajes, Lucha Libre y Thelma- sería Alex. Pero en ese momento no sabíamos si Alex sería el hijo o el yerno de Suzanne. Finalmente decidimos entregarle a Álex el rol del personaje que se enfrenta más directamente a la enfermedad de Suzanne y darle el complejo papel de la compañera, participante y testigo de la situación a Lucie Debay.

El personaje de Noémie, interpretado por Lucie Debay, va volviéndose gradualmente más central a medida que va a ayudando a Alex a cambiar de perspectiva…
Noémie es central porque lleva el punto de vista de la película. Es a través de su relación con Alex como comprendemos la pendiente resbaladiza por la que se está deslizando este hijo presa del pánico al enfrentarse a la transformación de su madre. Noémie nos da un ángulo especial para ver la situación. Lucie Debay maniobró esta actuación, que es psicológica y analítica, con habilidad, mientras nos da una buena idea de las alegrías y frustraciones de la posición de su personaje.

¿Cómo se os ocurrió la idea de traducir la locura de Suzanne a este patrón florido?
Estábamos buscando una forma de plasmar la forma en que la enfermedad de Suzanne se va deslizando en la intimidad de la pareja. Como punto de partida, decidimos usar las sábanas que Suzanne les compra, además del costoso colchón, a pesar de que, como luego entenderemos, está completamente sin blanca. El patrón de las sábanas comienza a comerse gradualmente los accesorios (ropa, objetos) de su dormitorio. Cuando Alex lidia, finalmente, con la situación de una manera completamente diferente, acepta a Suzanne tal como ahora es y hace suya la experiencia. El patrón del tejido sale entonces de la habitación, en la ropa que Alex usa fuera de casa. El de vestuario de la película, Frédérick Denis, fue quien ideó este patrón oscuro pero colorido, con toda su vegetación y sus pequeños animales, que evoca algo sombrío y exuberante, misterioso y abundante.

Hay una secuencia con mucha miga en la que Alex y Noémi entrevistan a cuidadores. Finalmente contratan a Kevin, interpretado por Gilles Remiche.
Ya habíamos trabajado con Gilles en nuestro cortometraje With Thelma. Cuando estábamos escribiendo el personaje de Kevin, ya existía un poco, era el niñero de Thelma. El papel en esta película fue más desafiante. Pasamos tiempo con Gilles en busca de este personaje muy equilibrado que siempre interactúa con Suzanne de forma sencilla y respetuosa. Gilles también investigó un poco. Pasó algún tiempo con profesionales para familiarizarse con la profesión de Kevin.

Tu película sale de un programa de bajo presupuesto lanzado por el Centro de Cine Belga. ¿Cómo influyó este tipo de producción en vuestra forma de dirigir?
Este programa de bajo presupuesto nos permitió trabajar en nuestro primer largometraje de la misma manera que trabajamos en nuestros cortometrajes, iniciando el proceso de ensayo con los actores muy pronto, porque este sistema garantiza el rodaje de la película. Liberados de las incertidumbres del sistema de producción convencional: recaudación de fondos a largo plazo, eventuales coproducciones, elenco “financiable”, tuvimos la posibilidad de establecer de inmediato los pilares del proyecto, dos decorados, cuatro actores, y comenzar a hacer la verdadera esencia de la película de inmediato.

¿Cuál es el cumplido más hermoso que os gustaría escuchar después de un visionado de Madly in Life?
Hervé Le Phuez, programador del Festival Internacional de Friburgo, FIFF, dijo que ver la película “te hace sentir que te apetece disfrutar de la vida y cuidar de los demás”. Quizás ya hayamos escuchado el cumplido más hermoso sobre Madly in Life.