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Entrevista a Sanal Kumar Sasidharan, director de ‘Sexy Durga’ (S.O. Largometrajes)

La segunda película de Sanal Kumar Sasidharan, Sexy Durga, fue la ganadora de la última edición del Festival de Róterdam. Esta road movie, a medio camino entre el documental antropológico y el thriller de terror psicológico, es un vibrante retrato de la sociedad india actual. En su reválida, el director lleva al extremo la improvisación que caracterizó su primer filme, An Off-Day Game (2015). Para esta ocasión, ni siquiera ha contado con guión y la totalidad del filme se rodó en una noche. La película está protagonizada por una pareja que, presumiblemente, huye de la ira de su familia. En su escapada a una estación de tren, deciden hacer autoestop y son recogidos por cuatro jóvenes en una furgoneta que les procuran un viaje siniestro, punteado con música trash-metal y luces de neón. La trama transcurre en paralelo a escenas del rito tradicional anual de Garudan Thookkam en Kerala, durante el que los hombres muestran su fe a la diosa Durga suspendiendo sus cuerpos atravesados por grandes ganchos.

¿Qué pretendías denunciar al forzar al público a presenciar situaciones opresivas y de gran dureza psicológica en tu película?

En realidad no estoy mostrando nada nuevo o que la gente no conozca. Lo que se ve en Sexy Durga es lo se puede ver en mi sociedad día a día. Lo que sucede es que la población no experimenta ese horror, debido a que su implicación es directa. Mi intención era, simplemente, mostrarles la situación en la que ellos, incluido yo, se ven envueltos. Pretendía que se reflejaran en un espejo. No planeamos ni mostramos ninguna exageración. Creo que la realidad es mucho peor de lo que se puede ver en la película. Sólo si observamos las cosas desde un ángulo diferente, seremos capaces de entender esa realidad. Traté de mostrarlo con cierto distanciamiento, por horrible que pueda resultar.

Ya probaste a trabajar sobre la improvisación con tu segunda película, An Off-Day Game (2015). ¿Qué ventajas y desventajas has descubierto durante este nuevo proceso?

No es improvisación en sentido real. Se trata de descubrir el drama en un espacio y tiempo dados, con un proceso de pensamiento concreto. No es sólo darles a los artistas algo y pedirles que improvisen, sino también utilizar a los artistas para explorar el contexto. En mi primera película, Oraalppokkam, había un guión concreto, pero me aburría cada vez que lo leía y lo sometí a constantes cambios. En el set de rodaje también sentí el guión como un factor limitador. Los actores también se sintieron limitados con los diálogos y el tipo de movimientos que yo había diseñado. Quería explorar las posibilidades que brinda la libertad entre los artistas. Y funcionó bien. Por lo tanto, en la segunda película, An Off-Day Game, decidí ir sin un guión y con la mente peligrosamente abierta. Para mí fue una experiencia y un experimento. Casi todos los actores eran amateurs, y tenían miedo de mi enfoque. Pero estoy contento con los resultados. Pienso que el poder del cine reside en su naturaleza orgánica.  La principal desventaja es la imprevisibilidad. Pero eso lo encajo como sorpresas que surgen en el camino.

Sexy Durga es incluso más arriesgada que tu película anterior, porque no tenía guión, ni siquiera una narrativa preestablecida. ¿Tienes intención de seguir explorando con la improvisación en tus próximas películas?

Eso espero, pero tampoco estoy seguro. Lo que realmente necesito es un flujo de pensamiento, que no necesariamente tenga que constituir una historia. Es suficiente si puedo atraerte emocionalmente y ser capaz de detener tu tiempo por un lapso considerable. Pero tomar una decisión en el sentido de si hacer películas de esta manera o en este estilo, sería también una conclusión prematura y restrictiva.

En paralelo al viaje de Durga, hay imágenes de un documental de arte ritual intercalado en la película. ¿Qué tratas de resaltar contrastando ambas?

El documental trata de un ritual que muestra a un grupo de hombres adorando a la diosa Durga a base de infligirse dolor y sufrimiento en sus propios cuerpos. Lo hacen como un sacrificio, con todos los respetos y con el mayor de los compromisos. Pero en el cuerpo principal de la película vemos a otra mujer que también se llama Durga, y la forma en la que los hombres se manejan en situaciones que le afectan a ella. Lo dejamos tan abierto a la interpretación del espectador como nos fue posible.

¿Tienes alguna experiencia personal en el Garudan Thookkam que se celebra cada año?

Precisamente vivo en el lugar donde se celebra ese ritual cada año. Físicamente no he pasado por esta experiencia de piercing,  pero el simple hecho de ver la procesión pasando por la autopista fue una experiencia más que horrible.

Una mención al inicio de la película sugiere una preocupación particular por el abuso que sufren las mujeres en las sociedades patriarcales y tradicionales. ¿Era tu intención denunciar la degradación de la mujer en tu país?

Nosotros, los indios, consideramos que somos muy generosos con la población femenina y nos vanagloriamos de nuestro respeto por la figura de la mujer como diosa. Es una hipocresía. La otra cara de esta generosidad es que no tratamos a las mujeres como seres humanos iguales. El pensamiento básico en la mentalidad de la sociedad es que las mujeres son vulnerables y necesitan protección, orientación y ayuda. Las emociones básicas que cualquier ser vivo experimenta, también se le niegan a la mujer en nuestra sociedad. Si una mujer expresa abiertamente su amor, afecto o deseo sexual o se mueve de forma libre, es etiquetada como una «mujer incorrecta». En nuestra sociedad, una mujer se convierte repentinamente en «incorrecta» solo por ser fiel a sus sentimientos. Y cualquier hombre de repente adquiere el derecho de corregirla o incluso de castigarla. Quería señalar la hipocresía, profundamente arraigada, que anida en una sociedad tan religiosa.

¿Era tu intención provocar un sentimiento de repulsa en el espectador?

La trama básica de la película me vino a la cabeza después de la infame violación perpetrada por unas pandillas en Delhi. Me hizo pensar en toda esa crueldad sin sentido. No entiendo cómo un grupo de hombres puede ser tan cruel y la sociedad, tan insensible. No hay marcha atrás. Es algo que se repite una y otra vez. Puedes leer historias tan horribles como esa todos los días. No sé si tiene sentido mantener la esperanza, a menos que haya un sentimiento de total desilusión y la sociedad se dé cuenta de que no puede avanzar más a menos que tome cartas en el asunto, de forma seria. No le veo ningún sentido al hecho de dar falsas esperanzas, si no veo ninguna solución factible.

El intento de los amantes por escapar se convierte en un viaje al infierno, sin escapatoria posible. ¿Tenías alguna película de terror en mente mientras desarrollabas la historia?

No… simplemente quería relatar una escapada nocturna de dos personas que están confundidas y no tienen autoridad sobre el tiempo y el espacio en el que están inmersas. La confusión y la sospecha son suficiente para que la gente sienta todo el horror. De hecho, había planeado algunos incidentes terribles antes de grabar, pero los suprimí durante el proceso de creación de la película.

Sexy Durga es una road movie sobre dos amantes a la carrera, una temática muy propia del cine, que han desarrollado películas como ‘Bonnie and Clyde’ y ‘La huida’. En este estilo, ¿cuáles son tus películas favoritas?

Por suerte o por desgracia, no he visto esas películas. Y me temo que si las hubiera visto, no me hubiera atrevido a hacer ‘Sexy Durga’. Básicamente, creo que si hay una película ya hecha sobre algo, no hay necesidad de hacer otra nueva. No sé qué películas me pueden haber inspirado, aunque puedo decirte que la forma de hacer cine de Krzysztof Kieślowski y Michael Haneke me resultan muy inspiradoras.

La película está acompañada de una banda sonora de corte thrash-metal. ¿Eres fan de este género musical?

No soy fan de la música que suena a tantos decibelios. Pero en todos los rituales y procesiones que se celebran en templos, siempre hay música así de fuerte. Me dio la impresión de que esta música tan fuerte se utiliza para hacer que la gente ensordezca durante algún tiempo y así se olvide de todo lo demás, que se deshagan de sus emociones y sentimientos y se centren totalmente en la experiencia.  Lo discutí con mi supervisor musical, Basil CJ, y le pedí algo que fuera moderno, fuerte y que hasta cierto punto cuadrase con la música de la procesión del templo.

Contra los clichés que circulan en Occidente, la industria cinematográfica india es una de las más poderosas en el mundo, por volumen de producción. Esa gran industria está muy asociada a lo que se ha dado en llamar el cine de Bollywood. ¿Dónde situarías tu cine dentro de esa industria?

Es verdad que la India produce un volumen enorme de películas por año. La mayoría de la gente sólo conoce las películas de Bollywood (Hindi Films). Pero hay miles de películas, hechas en otras lenguas. Solamente en mi idioma (Malayalam), que es de un ámbito muy reducido, tenemos alrededor de 150 películas producidas cada año. Y hay una industria cinematográfica comercial similar en Tamil, Kannada, Telugu, Maratta, Punjabi y en bengalí. Pero el tipo de películas que yo hago no pertenece a ninguna de esas industrias. Me gustaría pensar en mi película como un filme independiente. Es muy difícil para cineastas como nosotros conseguir productores, distribuidores e incluso espacios para proyectarlo. El cine independiente está en todas partes en India, luchando por existir. Hay público para ver estas películas en todo el mundo, pero no tenemos los mecanismos adecuados para hacérselas llegar.

Tu película rompe con los estereotipos de la cultura de la India. Para el espectador ocidental, India es un lugar místico, casi mágico. En tu película se ofrece una visión opuesta ¿Era tu intención que así fuera o es solo una consecuencia de la historia que cuentas?

Incluso para mí, la India es mística y mágica. Esconde sorpresas por todas partes. Pero no tiene sentido proyectar solamente la parte colorista. Hay partes oscuras; esquinas en las que la luz también se oculta. Como artista no creo en entonar canciones que respalden el imaginario popular. Vivimos todos en un mundo falso, compuesto de construcciones de imágenes falsas. Y eso es algo que puede ayudarnos a ser felices durante algún tiempo, de la misma forma en la que una persona puede tomar drogas para mantener viva la ilusión.