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Entrevista a Santiago Zannou con motivo del preestreno de ‘Muna’ en Cinema Jove

Mujeres. Mujeres en África. Mujeres en un entorno que les agrede, pero que no se dejan derrotar. Es Muna, lo último del realizador madrileño Santiago A. Zannou.

¿Cómo llegas a tierras de Etiopía para rodar este largo?

Bueno, hay una conexión directa porque soy hijo de África por la mezcla de razas que tengo, española y de Benín. El continente africano yo lo descubrí, primero, cuando empecé a conocer mis raíces, y luego rodando y presentado La puerta de no retorno. También tuve la suerte de participar con Manos Unidas en un proyecto maravilloso que se llama Tu punto de vista puede cambiar el mundo. Cada año, el ganador se va con un director de cine a conocer uno de los países donde Manos Unidas está trabajando. Cuando me tocó irme con uno de los ganadores, decidieron que fuese a un país de África y aproveché ese momento para hacer una pequeña pieza con el ganador del festival y hacerme yo una película.

Solidaridad. Hablamos de ello en Occidente, pero aquí es donde se nota.

Sí, realmente la solidaridad es fundamental para el día a día, y en situaciones que son más complicadas se puede ver directamente. Y esta palabra es algo que, si en algún momento se mantiene es entre las mujeres. Yo creo que la mujer es solidaria. Yo creo que la mujer comparte algo que yo llamo siempre como el dolor ancestral por tantísimos siglos de lucha de menosprecio, de búsqueda, de compartir esa igualdad con el hombre. Ahí hay un dolor ancestral que la mujer sabe compartir y sabe ser solidaria. Y esta película es de mujeres solidarias, sin duda alguna.

Una mujer corriendo, es la imagen icónica de la película. ¿Qué significa?

Bueno, no es cualquier mujer. De hecho es la campeona del mundo de maratón. Es la imagen de la fuerza, es la imagen de la persona que tira hacia delante, es la imagen del que quiere llegar, del que quiere luchar, del que quiere esforzarse, del que no se va a parar. Yo creo que, agraciadamente porque lo que hacen nos llena a todos, pero desgraciadamente porque la vida de muchas mujeres en el mundo entero, pero en el caso de África, es muy duro. Y entonces la metáfora de esa dureza, la metáfora de la maratón, la metáfora del esfuerzo máximo, de poner el cuerpo al límite es la metáfora de muchas de las situaciones que van a vivir nuestras mujeres. Pero, a su vez, nosotros vemos a esta mujer corriendo y la vemos firme, con fuerza. Pese a que es difícil y pese a que es la prueba más dura del mundo, nos muestra una vez más el poderío de la mujer, la fuerza de la mujer.

Conmueve ver en este grupo de mujeres que retratas que lo que importa es realmente esencial. ¿Cómo ves ese choque en comparación con nuestra cultura?

Bueno, a mi me encanta ir a África precisamente por esto, porque me pone los pies en el suelo. Donde realmente hay una serie de cosas que parece que son básicas y que nosotros las disfrutamos de una manera normal, sin prestarle atención, y ellas, para tener cuatro cosas básicas, lo muchísimo que tienen que luchar. Entonces, sin duda, tienes toda la razón.

Para ellas la educación es importante. ¿Qué valor tiene en esa sociedad?

Yo creo que educarse no es solamente para aprender. Educarse es ser libre. La educación lo que te da es libertad. La educación lo que te da es personalidad. La educación lo que te da es opinión, maneras de expresarte, maneras de poder opinar libremente. Hay un imagen que a mi me gusta mucho de una mujer que pone su nombre en la pizarra y se siente muy orgullosa. Aunque sea un pequeño paso, ese paso será luego el inicio de un camino donde el orgullo por querer aprender y el orgullo por querer educarse es una de las bases importantes para que el continente africano se pueda desarrollar.

Por hablar de los hombres: ¿solo sirven para la guerra?

Bueno, es un poco injusto lo que digo. Evidentemente los hombres servimos para muchísimas cosas, pero igual que yo pido que haya solidaridad para las mujeres, nosotros también tenemos que hacer como hombres una crítica a  los miles de desastres que hacemos con este planeta tierra y que hacemos con este continente africano y en otros países. Si el otro también tiene una madre, por qué quieres matarle, por qué quieres acabar con él, por qué te quieres aprovechar de él. La guerra es el acto del hombre más salvaje, pero hay muchas pequeñas guerras que vivimos en el día a día entre los hombres. Y una de esas guerras se llama insolidaridad. Entonces, sí. La mujer no es nunca la que provoca la guerra. Somos los hombres los que crecemos con ella y luego matamos a los hijos de otras madres.

Hay otra imagen que me parece muy potente: una mujer ciega camina por la calle, va contando anécdotas y se ríe. ¿Qué valor tiene la risa en esa sociedad?

Yo creo que la risa de uno mismo o reírse de las situaciones que ha vivido uno mismo habla de dos cosas. Una es de la inteligencia y otra habla de la capacidad de análisis. También del perdón del que se ríe. Entonces la capacidad que tiene ella, pese a que tiene una vida complicada, de mirar al mundo con una sonrisa, con esa alegría y con ese paso firme, de cómo va al trabajo y de cómo cuida a sus hijos me parece que es un ejemplo perfecto. Es una madre cariñosa, es una madre bella, una buena compañera. Pese a que tenga ceguera, pese a que tenga sombra en los ojos, es una persona que está llena de luz. Y con su manera de ser nos llena a nosotros de esa luz que irradia este personaje, que me parece que es una de las personas más bellas que me he encontrado en mi vida.

¿Tú dirías que algo se mueve en África hacia delante?

Sí, sí, no tengo ninguna duda. África es un continente en constante movimiento. África está viva, África es joven, África tiene fuerza. A veces nosotros no lo queremos ver y solamente hablamos de las cosas negativas que tiene ese gran continente, pero ni muchísimo menos. África está llena de ilusión. África está llena de juventud. África está llena de futuro. Sí, África está en movimiento.