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Elena Martín, Premio Un futuro de cine: «la interpretación acabó siendo algo que necesitaba y sigo necesitando»

Con una carrera aún breve, Elena Martín es sinónimo, sí, de futuro. Dos proyectos llevan su rostro: Las amigas de Ágata, donde haría el papel protagonista, y su primer largo como directora, Júlia Ist. Dos trabajos que la lanzan como uno de los nombres a seguir.

Empecemos por el principio. ¿De dónde viene tu vocación por el cine?

Pues la parte de interpretación viene más de que yo, desde muy pequeña, voy a la escuela de teatro a la que me apuntó mi madre básicamente porque el resto de actividades extraescolares no me gustaban. Y a partir de ahí, cada vez me fui aficionando más y acabó siendo algo que necesitaba y que sigo necesitando. El tema de actuar para mi tiene mucho que ver con entrar en contacto con uno mismo y es una herramienta muy bonita para trabajar tus emociones y tus cosas. Con el cine sí que fue distinto porque es algo que no sé decir dónde empezó, pero en mi casa mis padres son muy cinéfilos y me gustaba muchísimo.

Tanto Las amigas de Ágata como Julia Ist son dos proyectos de fin de carrera de la Universidad Pompeu Fabra. ¿Qué os daban de comer allí para que saliera tanto talento?

(risas) Pues yo creo que, al ser una carrera en una universidad pública, no es una escuela de cine, con lo cual no hay una forma de hacer las cosas, sino que cada profesor te deja entrar en su mundo y te enseña su forma de ver las cosas. Se trata de desarrollar un sentido crítico. Y luego está que el trabajo final de carrera tiene un planteamiento muy interesante. Yo tuve de tutores a Elias León Siminiani, a Mar Coll, a Isaki Lacuesta o Javier Rebollo. Tú tenias la libertad para desarrollar tu proyecto con tu propuesta pero, encima, con gente como esta que te daba su opinión.

Mientras estudias entras en el casting de Las Amigas de Ágata, en la que eres co-protagonista. ¿Qué ha significado para ti este largometraje?

Pues era la primera vez que hacía un papel largo en cine, con lo cual era la primera vez que tenía la oportunidad de desarrollar un personaje a largo plazo y con un arco también largo y más complejo. Yo aprendí mucho porque la cámara es acostumbrarse al medio y ganar consciencia de lo que tú das. Conseguir medirte para luego tú poder descontrolarte. Y como en Las Amigas de Ágata rodamos tanto y tantas horas, fue muy guay para perderle el miedo a la máquina en sí, tenerla cerca, ser grabada durante mucho rato y olvidarme un poco y poder ser natural. He aprendido muchísimo de esto.

Y de ahí a la dirección de tu primer largo: Júlia ist. ¿Cómo surge ese proyecto?

Cuando estábamos grabando Las Amigas de Ágata mis compañeros y yo ya teníamos idea de hacer un largo sobre nuestra experiencia de Erasmus. Y entonces, cuando terminamos de rodar Las Amigas de Ágata fue cuando nos pusimos propiamente a escribir el guión de Júlia ist. Estuvimos un año dentro del marco de la carrera, con estos tutores que te he dicho antes, y rodamos bastante parte de la película. Entregamos en la universidad un corte de 50 minutos, y después seguimos rodando, replanteando el guión y hemos estado al final tres años.

En Júlia ist eres directora, guionista y protagonista. ¿Cómo se entienden en ti todas estas facetas? ¿Qué se dicen por la noche? ¿O no se hablaban entre sí?

Pues se han pegado bastante, la verdad. (risas) Durante buena parte del proceso, la parte de dirección y de interpretación tenían muchos problemas porque yo veía parte del material grabado y me enfadaba conmigo misma porque tenía la sensación de que no lo estaba haciendo suficientemente bien. También me enfadaba con cómo estaba dirigiendo porque no estaba teniendo tiempo de mirar bien los planos para poder corregir lo que pasaba dentro. Y, luego, durante el montaje, cuando revisábamos el material, también hubo peleas con la parte de guión. Tuvimos que construir mucho a posteriori porque el guión lo hicimos en seis meses y no había dado tiempo a que fuera un guión sólido en ese sentido. Así que todas las partes estuvieron un poco peleadas, en ese sentido.

Algunas crónicas dicen de Júlia ist que es una mirada agridulce de la generación Erasmus. ¿Sientes que tu película se ajusta a esa descripción? ¿Qué tiene de particular tu generación?

Nuestra intención fue explicar cómo fue realmente nuestro Erasmus en comparación con cómo nos lo habíamos imaginado. Porque sí que tuvimos la sensación de que nuestra generación, que es una generación que parece que está muy preparada porque hablamos muchos idiomas, estamos muy formados, en el momento de la verdad teníamos unas expectativas de comernos el Erasmus que luego no fueron así. Y no sólo nosotros, sino mucha gente de nuestro alrededor se enfrentó a esa realidad, con 21 años, de no ser la persona madura que pensabas que eras, sino un adolescente encontrando su lugar. Y, en ese sentido, sí que nuestra ambición fue hacer un retrato de esta generación a la que pertenecemos.

Hasta ahora has interpretado a personajes que están muy unidos a tu edad y quizá a tu propia experiencia. ¿Qué ventajas tiene esto a la hora de pasarlo a la pantalla?

Pues tiene la ventaja de que te sientes legitimado a explicar esta historia porque estás hablando de ti de alguna forma, con lo cual también puedes tomar el riesgo de ser crítico. Por el otro lado, el hecho de que estés hablando de ti, de algo tan cercano, no te da tanto espacio a analizar y también es difícil esta parte de autocrítica. Pero tiene de bueno que tienes muchas herramientas para explicarlo y hay riqueza en el punto de vista porque lo has vivido.

Tanto a ti como a tus compañeras de Las amigas de Ágata, os reconocen en muchos medios como el nuevo cine indie español. ¿Te reconoces en esa etiqueta?

Yo me siento que estoy empezando a conocer el mundo este con lo cual cualquier etiqueta me parece un halago. Ya sólo el hecho de que se considere que es una película, que se me pueda llamar directora (risas) a mi ya me parece muy divertido. Lo único es que no sé muy bien cómo catalogarlo porque no sé cómo quedaría Julio Médem, por ejemplo, en este tipo de etiquetas. No sé, ¿como nuevo indie español?… Si es como las nuevas películas que están saliendo que están en un recorrido más de autor independiente, entonces sí. Sí pertenece a este grupo de pelis.

Últimamente está más presente que nunca el debate sobre la falta de oportunidades que tienen las mujeres a la hora de dirigir cine en España. ¿Sientes que, con tu generación, se están rompiendo algunos diques?

Pues no lo sé, la verdad. Me gustaría pensar que sí. En mi caso, por ejemplo, y el de Las amigas de Ágata, es un poco trampa porque nosotras no hemos tenido que pasar por la industria para empezar. No hemos tenido que pasar un filtro. Entonces no es una victoria en ese sentido. Sí que demuestra que tenemos cosas que decir y que las decimos con rigor, pero no nos han dado una oportunidad. Lo hemos hecho y luego se ha visto, pero nadie ha confiado a ciegas, como si dijéramos. Pero sí que se están estrenando muchas operas primas dirigidas por mujeres que están teniendo buenas críticas, que tienen una mirada interesante, con lo cual yo confío en que la gente tiene ganas de ver este tipo de películas, este tipo de sensibilidad, si es que hay otra sensibilidad. Yo creo que sí, forzosamente tiene que pasar.

Cinema Jove te dedica este año el premio a Un futuro de cine. Los reconocimientos le llegan a uno al final de la carrera. Tú estás empezando. ¿Qué significa para ti?

(risas) Pues a mí cuando me llamó Carlos me hizo mucha ilusión, y aún me cuesta mucho creerlo. Pienso que en cualquier momento me lo retiran o algo. Me motiva muchísimo que esto pueda pasar y que a alguien le pueda interesar lo que he hecho, aunque sea poco. Y también, a la vez, me da un poco de miedo porque como lo estoy descubriendo de alguna forma pienso, “¿y si luego ya no es así?” Pero no, jolín, me hace mucha ilusión.

Hablemos de tu futuro, ¿cómo te ves de aquí a algunos años? Sin poner una fecha, ¿qué metas te gustaría cumplir?

Pues la verdad es que no lo sé. A mí me gusta mucho contar historias, me gusta mucho la creatividad que puedes desarrollar en equipo. La verdad es que metas prefiero no ponérmelas porque a mí me distraen un poco de lo que estoy haciendo en el momento. Yo tengo muchas ganas de viajar, muchísimas. En teatro tengo muchas ganas de hacer teatro fuera, de hacer residencias y mover las obras e ir a festivales. En cine me apetece mucho lo mismo. Actuando me gustaría actuar en otros idiomas. Me gusta hablar idiomas. Dirigiendo me gustaría encontrar una buena historia que explicar. Me planteo muchas cosas. No sé, tengo ganas de seguir haciendo lo que estoy haciendo, pero exigiéndome cada vez más.